Hay paisajes que se clavan en el corazón. Capturas visuales que al recordarlas trasmiten paz y tranquilidad. La sensación de encontrar un lugar perfecto e íntimo. Instantes recogidos y escondidos en la eterna memoria que nadie puede perturbar y a los que recurrir en momentos de flaqueza. Se trata de espacios que a simple vista pueden parecer banales, normales, corrientes y sin importancia, que incluso en otras circunstancias no hubiesen significado nada. No obstante, son descubiertos por personas necesitadas de ellos y en ocasiones concretas que hace que se transformen en paraísos. Quizás sólo sean vistos una vez por su espectadores, pero tienen suficiente capacidad para emanar energía el resto de la vida. Es la magia inexplicable de las vibraciones humanas. Hay quien habla de sensaciones, energías, auras...al fin y al cabo son remansos de aire para el corazón donde no existen las preocupaciones, ni hay lugar para la tristeza. Recovecos privados de uno mismo que nadie más conoce, ni debe conocer.
