lunes, 12 de agosto de 2013

Llorar

¿Nunca habéis tenido los ojos tan rojos y cansados de llorar que ya ni salen lágrimas?
Se te hinchan las bolsas y te escuecen. Llega un punto en el que ya no recuerdas ni por qué
llorabas. Tus párpados están tan agotados de no haber dormido que no resisten su peso y
se desploman. Realmente no duermes, no descansas, sólo tratas de no pensar para no llorar.
Tus pulmones ya no tienen aire, y tu respiración se debilita a cada momento que continúas
entristecido.
Sólo quién ha llorado así, durante horas, días, semanas, sabrá de lo que hablo. De esa
horrible sensación desgarradora del corazón. No bromeo. De verdad notas cómo algo en
el pecho te oprime y te causa una enorme dolencia. Paradójicamente es un dolor que te hace
saber que estás vivo, que eres humano y sufres. Quizás sea una de las peores experiencias
que existan, pero cuando te recuperas, renaces aún más fortalecido y seguro de ti mismo.